Aunque siempre estamos deseando ver eventos de este tipo, al final acabamos diciendo lo mismo, salvo en contadas ocasiones. La expectación siempre está al máximo y luego nos ofrecen un evento descafeinado, con pequeñas excepciones. Quizá la culpa sea nuestra y no suya. Puede ser. En esta ocasión, Wolverine y Microsoft han salvado los muebles del último State of Play y, afortunadamente, lo han hecho a lo grande.
Los casi 40 minutos de presentación estuvieron marcados por la ausencia de novedades de peso por parte de Sony. Apostaron demasiado fuerte por un tipo de videojuegos que se han desinflado con el tiempo —si es que alguna vez tuvieron aire— y ahora lo están pagando.
No han entonado el mea culpa con rotundidad, pero algunos directivos han deslizado que quizá se equivocaron con el planteamiento. La industria, además, no atraviesa su mejor momento, con oleadas de despidos que golpean a estudios y editoras. Al menos, y lo tomo como un rayo de luz, por muy pequeño que sea, Sony apunta a recuperar la senda del single player como salvación. Si es así, bienvenidos de nuevo.
Mientras tanto, nos hemos tenido que tragar un State of Play anodino. Sin contar a Lobezno, lo más destacado ha sido un mando y unos altavoces como principales novedades first party. Sacar a una institución como Yamauchi para anunciar una simple actualización de Gran Turismo 7 es, sinceramente, la gota que colma el vaso.
El mando no deja de ser lo mismo con otros colores. Los altavoces, en cambio, me parecen interesantes: se pueden conectar a varios dispositivos y resuelven uno de los grandes problemas de esta generación con las salidas de audio. Si hay próximas generaciones, espero que resuelvan mejor el tema del sonido inalámbrico —Xbox, sobre todo va por ti—. Falta por conocer el precio para saber si, de repente, dejan de tener interés.
Por supuesto, hubo títulos llamativos. Faltaría más después de casi 40 minutos. Pocas sorpresas, eso sí, y alguna fecha resultona como la de Nioh 3 —6 de febrero—. El evento arrancó con Saros —20 de marzo—, lo nuevo de los creadores de Returnal, y después vimos Zero Parades, del estudio responsable de Disco Elysium.
Fue entonces el turno de Microsoft. No es la primera vez que uno de sus juegos llega a PlayStation, pero sigue chocando verlos ahí. Todavía me froto los ojos para comprobar que Gears of War está en el catálogo de Sony y, sí, ahí está. Ahora tendré que hacerlo con uno de los títulos más clásicos de Microsoft, que además lleva el nombre de la compañía en grande: Microsoft Flight Simulator salta a PS5 el 8 de diciembre. Se había filtrado, pero no deja de ser llamativo ver el logo de Microsoft y Xbox en una fiesta privada de Sony.
El estupendo Battlefield 6 mostró por fin algo de su campaña: un tráiler espectacular que nos pone los dientes largos… pero no por mucho tiempo, porque el 10 de octubre está a la vuelta de la esquina. A partir de ahí, el State of Play se vino abajo con remakes de Deus Ex o Dynasty Warriors 3, algún título curioso y hasta los anuncios de los juegos de PlayStation Plus en octubre. No es desmerecer a nadie, pero para eso están las notas de prensa.
Con esta apatía llegamos al anuncio fuerte del evento. El que todos esperábamos y que, en realidad, nos hubiera bastado. Sony, como decía al principio, ha perdido su seña de identidad y necesita recuperarla cuanto antes. Wolverine, desarrollado por Insomniac Games, por fin se ha dejado ver y luce tan espectacular como se intuía. Habrá que esperar hasta otoño de 2026, pero al menos cerró el evento con una sonrisa para los jugadores. Falta hace.
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