
Durante las más de tres horas de duración de The Game Awards atravesé momentos de cierta euforia. Los hubo, de verdad. La orquesta que interpreta la música de los candidatos a GOTY es uno de ellos. También hay instantes que me resultaron completamente indiferentes. La gran mayoría. Y, tristemente, también hay lugar para pasar auténtica vergüenza ajena. Eso ocurrió cuando el reparto de Street Fighter salió al escenario.
La ceremonia andaba ya por su decimocuarta hora —nótese la exageración— cuando llegó el momento de dar paso al primer tráiler de Street Fighter, la película. Me quedé en blanco. Fueron alrededor de 40 segundos terroríficos. Pretendieron hacerme creer que aquel baile de actores y actrices disfrazados formaba parte de una producción seria y no de un salón del cómic. Con perdón a todos los cosplayers que, al menos, sí hacen un trabajo digno.
He visto películas creadas por fans con mejor apariencia y más respeto por el material original. Cada vez que aparece algo de Street Fighter en acción real me pregunto qué habrá hecho la saga para merecer semejante castigo. Porque no es solo lo que se vio ayer, sino lo que ya se ha hecho antes.
En los 90 tuvimos la archiconocida película de Jean-Claude Van Damme. Y más adelante, otra adaptación libre donde Chun-Li tenía el rostro de Kristin Kreuk —Lana en Smallville—. Ambas son auténticos despropósitos, pero la nueva adaptación va camino de superar el mínimo nivel de aquellas.
Tampoco ayudó que los protagonistas salieran en la ceremonia y se comportaran como auténticos cenutrios. Imagino que estaban metidos de lleno en el personaje, pero ojalá no lo hubieran hecho. El efecto fue todo lo contrario a lo que pretendían.
Es el primer tráiler y quiero pensar que la cosa mejorará en próximos adelantos. Street Fighter merece una adaptación seria. La comedia siempre es bienvenida, sí, pero lo que Capcom no debería permitir jamás es que conviertan una de sus sagas más legendarias en una parodia ridícula. Ojalá recapaciten antes de que sea demasiado tarde.
Al final, todo esto va más allá de un tráiler chapucero o de una presentación que rozó el esperpento. Street Fighter forma parte de la historia del videojuego, ha marcado generaciones y sigue moviendo a una comunidad apasionada que vive cada entrega como un acontecimiento. Por eso duele tanto ver cómo, una y otra vez, las adaptaciones en acción real tratan la marca con una mezcla de pereza y torpeza creativa a la hora de elegir el tono. No pido milagros ni una recreación calcada del look de sus personajes —siempre exagerados para una película—: pido respeto. Y después de lo de anoche, es difícil no pensar que la película, al menos en España, merecería llamarse Hadoken como puedas —premio para quien pille la referencia—.
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