Las finales del World Championship 2025 de Yu-Gi-Oh! dejan claro que un esport importado de Japón es un género completamente distinto a lo que estamos acostumbrados en occidente.
Pocos deportes electrónicos pueden presumir de una historia tan profunda y longeva como Yu-Gi-Oh!, y la rigurosa disciplina con la que KONAMI (así, en mayúsculas) administra su franquicia hace que su juego se sienta casi como una religión. Y París, lleno de campanarios y fiel a sus tradiciones, parece el escenario perfecto para recordar lo que diferencia este juego de otros supuestamente similares.
Para empezar, hay una terminología sugerida para cada ámbito: entre otras cosas, no hay jugadores sino duelistas, no solo se juega en digital sino que el físico sigue pegando fortísimo, y desde la productora piden referirse a los juegos por su nombre exacto y completo. Es parte de ese credo con el que KONAMI mantiene intacto el espíritu de un juego incombustible.
Lo sabemos de primera mano porque el redactor que esto escribe ya acudía a eventos de YGO (diminutivo aceptado) a principios de este siglo, lejos del vigésimo quinto aniversario que cumple el TRADING GAME CARD esta temporada. El ambiente entonces, en el barrio tokiota de Roppongi, era indistinguible del que tanto tiempo después sigue imperando en la capital francesa.
«Yu-Gi-Oh! tiene un pasado y una tradición muy nutrida», subraya Dom Galizia, director de marketing de Konami Digital Entertainment. «Tras un cuarto de siglo, su comunidad es muy apasionada y ha sabido mantener el impulso que la ha hecho famosa, como se puede ver en las finales que hemos organizado en Francia».
35.000 millones de cartas vendidas
Los números son aplastantes: en 2021, última fecha del recuento oficial, se calculaba que se habían vendido más de 35.000 millones de cartas, lo que dimensiona un fenómeno que se extiende en estas finales a tiendas de merchandising con horas de colas, así como una exposición conmemorativa de la serie en el Collège des Bernardins, un impresionante monasterio gótico del siglo XIII reconvertido en museo. ¿Qué otro esport conoces capaz de llenar un museo?
YGO es genuinamente distinto. A diferencia de un torneo de Call of Duty, League of Legends o Street Fighter, que también han tenido importantes finales en París, la tranquilidad y el volumen contenido de la afición es la nota dominante. Un duelo se asemeja más a una partida de ajedrez que a un ajetreado tiroteo o combate, y pese a todo no está exento de emoción y giros imprevistos.
«Tenemos casual players, jugadores muy especializados y luego los ultracompetitivos», explica Galizia. «Nos aseguramos de que la comunidad permanezca pegada para llegar con solvencia a eventos como este de París, pero hay muchos más durante el año, repartidos por diferentes territorios, y con alrededor de 2000 participantes».
La pasión del representante del juego es patente, y nos confiesa que antes de trabajar para KONAMI (donde lleva 12 años) era juez de YGO. «El juego apela a todos los rangos de edad, y desde que me dedico a ello, se ha incrementado sustancialmente el número de convenciones, competiciones y ferias que hemos organizado o hemos asistido. Y lo que queremos con ello es que los fans se sientan escuchados, darles todo lo que necesiten para mantener su interés». Si el público y los duelistas de la Maison de la Mutualité sirven de termómetro, misión cumplida. Con matrícula de honor.