Hay imágenes que se clavan en la memoria colectiva. En League of Legends, ninguna duele tanto como la de la final de los Worlds 2017. Mientras el confeti caía y casi 50.000 personas rugían por el triunfo de Samsung Galaxy, el mejor jugador del mundo yacía sobre su teclado, encorvado, derrotado. En ese instante, cuando las cámaras le apuntaron y las pantallas le retrataron, el Nido de Pájaro se quedó momentáneamente en silencio. Yo estaba allí, acreditado en la zona de prensa, esperando una entrevista con él. Con Faker.
Las imágenes más potentes del deporte no siempre tienen que ver con la victoria, sino con lo que se quiebra. Nadal llorando junto a Federer en la despedida profesional del segundo. Carolina Marín rota por una lesión en los Juegos Olímpicos. Cristiano frustrado al ver escaparse otro título. En los esports ocurre lo mismo: el rostro congelado de Justin Wong tras el parry imposible de Daigo, o el gesto incrédulo de Ocelote después del backdoor de xPeke. Pero absolutamente nada se compara al momento en que Lee “Faker” Sang-hyeok bajó la cabeza en Pekín.
Porque decir que Faker es el Messi del LoL es quedarse corto. No es “La Pulga”, sino el “Rey Demonio Inmortal”, un prodigio que no tuvo que esperar mucho para saborear las mieles del Olimpo: tres veces campeón del mundo, dos veces del MSI, con una vitrina de trofeos que, a su edad, le convierte en un indiscutible atleta de élite. Con apenas 21 años había conquistado todo. Por eso enfrentarse a Samsung Galaxy —la revelación del torneo— parecía un trámite. No lo fue.

Faker había sido el alma de SK Telecom T1 desde los 16 años. Ganó los tres Mundiales que disputó antes de aquella cita (2013, 2015 y 2016). Su vida era una sucesión de entrenamientos, sacrificios y perfección. Criado con su padre y sus abuelos, de carácter reservado y obsesivo con el aprendizaje, encontró en el LoL un refugio donde su mente podía bailar. Lo suyo con el juego fue más que talento: fue destino.
El 2017 debía ser otro capítulo de su leyenda. China recibía por primera vez los Worlds, y el escenario elegido, el Estadio Nacional de Pekín, imponía hasta desde fuera. En los alrededores el aire vibraba con la energía de decenas de miles de aficionados que hablaban en cien idiomas distintos, pero con LoL todos entendían el mismo.
Yo, que había cubierto centenares de competiciones de esports desde antes de que se les conociera por ese nombre, jamás había visto tal ambiente. Las medidas de seguridad eran extremas; la expectación, desbordante. Hasta con acreditación me costó horrores llegar a la zona de prensa, pero tenía cita para entrevistar al Rey Demonio Inmortal, e incluso había elegido un lugar muy poco original: junto a la Copa del Invocador, en el silencio de la sala de prensa.
Pero entonces llegó el derrumbe. SKT, tricampeón del mundo, que había ganado todos los mundiales en los que había participado y jamás había perdido una serie en un Mundial, cayó de manera rápida con un incontestable 3-0 que no estaba en las quinielas de nadie. Por parte de Samsung aquel triunfo significó su segundo título mundial, ya que su equipo hermano, Samsung Galaxy White, había conquistado el Mundial de 2014, y muchos lo achacaron a que los de Faker no se clasificaron para aquel evento. El de 2017 fue un logro enorme, una redención para un grupo que el año anterior había perdido precisamente ante SKT. Demostraron que podían derrotar al dios de ese deporte.
En la pantalla gigante, el gesto de Faker reflejaba algo que muy pocos campeones dejan ver: humanidad. Durante unos segundos, ni los vítores ni el confeti importaban. Solo aquel chico de 21 años, inmóvil, sollozando sobre su teclado. Supe en ese momento que mi entrevista no ocurriría. Pero también entendí que estaba presenciando algo más grande que un título: el instante en que el mejor jugador del mundo recordaba lo que significa perder. La persona detrás del ‘demonio invencible’ era vulnerable.
Durante años, parecía que Faker no podía estar a la altura de aquellas expectativas estratosféricas. Aun así, nunca se rindió. En muchos sentidos, la victoria de Ambition (alma de Samsung Galaxy) le dio a Faker la oportunidad de mostrar una resiliencia muy parecida a la suya. Cuando el medio Inven Global habló con otro miembro del equipo ganador (CoreJJ) sobre la noche en que derrotaron a T1, este recordó las lágrimas de su rival como algo extraordinario: “Me pareció increíble. Faker había ganado muchos campeonatos, pero aún conservaba la pasión por la victoria y la rabia por perder. Fue realmente conmovedor.”
Faker lloró, y con él lloraron todos los que aman este juego. Porque su derrota no fue solo suya; fue la de cualquiera que alguna vez ha sentido que ha dado todo y aun así no ha sido suficiente. Y quizás por eso, aquella imagen vale más que cualquier copa.
Con cinco mundiales bajo el brazo, Faker sigue teniendo opciones de hacer historia dentro de la Grieta. Y para entender el fenómeno del evento de esports más importante del mundo, en Movistar eSports tenemos la mejor guía de los Worlds 2025.